miércoles, 17 de abril de 2019

Memorizandote

Tuve en ese momento la necesidad de apaciguar mis demonios, mis sombras sin un orden aparente se detuvieron, no lo comprendo realmente pero mi mente se tranquilizó y no quiso colocar la doble cerradura que tenía mi corazón como arma de seguridad.

Mis ojos no divisaban más que siluetas envueltas en niebla, contorneada las formas más con determinación no las definía, mi olfato, mi gusto, mi oído y mi tacto, vaya, mi tacto, se agudizaron.

El aroma de aquel lugar se sentía dulzón, tenía unas gotas de rocío de la mañana, era como ese fresco aroma que desprende el prado luego de una lluvia a la madrugada, lograba percibir ese aroma a tu loción. 

Mi oído se agudizó en el silencio que la madrugada nos concedía, los pasos de un gato flaco se sentían sobre el tejado, las hojas de los árboles chocaban con el viento y entre las rendijas que habían entre los cristales mal pegados al marco se sentía la brisa pasar por allí, se oía como mis manos jugueteaban entre tú cabello, tú respiración iba al compás de la mía, se escuchaba entrar el aire por entre la nariz y la ligera salida de este por la boca acompaño tal tez de un pequeño gemido gastado.

Mi gusto imaginariamente pensaba en el sabor de tu piel, como si acaso ese fue el momento en que suelo tomar café a las seis de la tarde cuando pretendo escapar de todo entre sorbos. He esperado este momento para que en el papel quedé escrito lo que en mi piel estuvo impreso aquel día. en aquellas horas quería memorizarte con el paso de mis dedos, te grababa con los labios e incluso con el torpe tacto de mis pies.

Navegue a mis antojos sobre tu ser, hice dibujos imaginarios sobre cada trozo de tu cuerpo, un marcador corporal lleno de colores que hoy solo puedo recordar a blanco y negro, reconocí en ti cada marca que la genética te dio descubrí las huellas de tu pasado provenientes de batallas que solamente tú conoces. 

Deberías saber que mis dedos temblaban al sentirte, que estrujarte con pasión me ha hecho sentir dentro de ti y así  con ello comprenderías mis torpes movimientos, imagina que has sido fuente de agua bendita en esta alma que no ha sido mas que un árido desierto.

Mis manos comprendieron tu piel como la tierna capa que cubre a un durazno, sentir tu delgada figura y amarla con la misma fuerza con que se marcan tus huesos, recorrer tu rostro y comprender que geometricamente le hallo forma, tus ojos como dos lineas rectas entre mis esquemas poseen varias faltas y sin embargo les adoro.

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